La Biblia por boca del apóstol Mateo nos dice que el poncio romano estupefacto por el odio de los ortodoxos que se sentía dueños de la esencias del Templo contra un tal Jesus, cuyo mayor delito apreciable era hablar de unos valores que consideraban ponía en riesgo su estatus religioso, económico y político, para sacar del medio un tema que le resultaba incomodo ofreció a un delincuente confeso, Barrabás a cambio de Jesus, que consideraba inocente. Intentó lavarse las manos de asunto tan feo, pero la elección de los integristas fue Barrabás…
Mas allá de la relativa confianza que pueda ofrecer tal libro, pese a la alta estima que en el depositan los cientos de millones de seguidores de su texto, nos vale el relato para entender que no es nada nuevo las anomalías que nos sorprenden tras una elección.
Atrás quedan por la vertiginosa actividad política que desborda nuestras vidas unas elecciones, en las que desde el primer día se subvirtió su naturaleza, haciendo de ellas primera vuelta de las generales. Algo que puso al aparato socialista a remolque de la situación. Cuando los populares vuelven a esgrimir el necrofilia esperpento de una ETA vencida hace 12 años la respuesta socialista se demora, es incomoda, pese a la legitimidad moral de haber sido quemes ponen fin a tan sangriento horror devolviendo la serenidad y el sosiego a la sociedad.
Aznar hizo estribillo el, ¡váyase Sr. González!. Feijoo acuña el “derogar a Sánchez”. Y con ello toda la obra social implementadas por el Gobierno de Coalición. No es nuevo el afán de reducir a cenizas una realidad que incomoda. Hace dos mil años clamaba Catón el Viejo, “Delendas est Carthago”.
Cinco años de lluvia fina mediática calando las mentes. Artillería gruesa en el Congreso. Zancadillas resentidas de propios. Una descomunal maquinaria trituradora especializada en la destrucción de una imagen concreta resumida bajo el epígrafe de “sanchismo”...Todo hizo su efecto.
La fabrica de bulos, descalificaciones y calumnias trabaja a destajo para demoler a un político y a unas políticas que en gran medida chocaban con unos sectores anacrónicos, ferozmente insolidarios, cuyos rebuznos clericales y moralistas ofenderían a su Dios, en el caso complejo que existiese. Cual infinitos Goebbels incitan el mantra de que Sánchez es felón, traidor, mala persona, detestable, antipático, carente de empatía, hasta conseguir que muchos lo den por cierto.
Frases como “mientras sea Presidente todos los medios estarán a disposición de todos los ciudadanos y no al revés como sucedió en la última crisis” son una puñalada en ciertos intereses. Que su gestión en el ámbito europeo permita ahorros ya superiores a 2.000 millones de euros en la factura energética sirve para que haciendo el ridículo el Sr. Feijoo la tilde de “timo ibérico” llegando a decir por vía indirecta que el “timo ibérico” financiaba la energía a Francia. Sus patrocinadores le ríen la gracia. Sectores de la clases vulnerables en cuya interés se formula la actuación, también.
Las medidas sociales, los Ertes, la reforma laboral, el salario mínimo interprofesional, pensiones , la lucha eficaz contra la pandemia, la importante normalización de las tensiones en Cataluña, la contención de la inflación derivada de la guerra de Putín, todas las actuaciones encaminadas por el Gobierno de Coalición Progresista a lograr que las cotas de bienestar fuesen transversales en la sociedad, convirtiendo España en un pís de calidad democrática y un hábitat de solidaridad, es lo que el Sr. Feijoo quiere derogar apenas pise La Moncloa. Es sincero, y no hay mecanismo por inmoral que sea que no use para encaramarse en el poder de la mano de VOX.
Cuando el Sr. Sánchez, tras el embate sufrido el pasado fin de semana con incuestionable perdida de grandes parcelas de poder local y autonómico en una postura valiente y democrática llama a elecciones, es consciente de la necesidad de escuchar la ciudadanía. Unas elecciones que tal como están discurriendo la vida política tendrán mucho de plebiscitarias. Y de seguro tensas en orden al animo de algunos de embarrar los comicios, algo que ya planeó el 28-M.
La ciudadanía, sin sentirse mediatizada, debe decidir con libertad y según su mejor criterio, entre dos politicas. La que dejó morir miles de ancianos sin asistencia en la Pandemia o la que que se volcó en aliviar el drama que vivía la sociedad. La encaminada a la protección de los seres humanos o la dirigida a servirse de ellos en favor de elites económicas. Entre la política que tiene su referente en la Democracia, en los Derechos Humanos y Sociales ó la que se inspira en Trump, Bolsonaro, Le Pen, Meloni, Orban…Entre la política escuchada en el ámbito intencional, prestigiada y con peso en el espacio europeo, o la que usa este marco para emponzoñar la labor del Gobierno de España.
Una cita que invita a una reflexión serena. Tras la cual no caben reproches al voto emitido. Solo acatarlo. Y si no es lo que algunos sectores hubieren deseado acorde a su criterio , seguir trabajando desde las instituciones y con los mecanismos estrictamente democráticos para lograr modificar la percepción ciudadana en orden a sus propuestas.
*Antonio Campos Romay ha sido diputado en el Parlamento de Galicia.
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