lunes, 28 de febrero de 2011

FUERA DE LA POLITICA LOS CORRUPTOS Y LOS TRANSFUGAS

Si los ciudadanos no ejercemos como demócratas, la democracia se perderá o se devaluará hasta hacerla inútil. Supongo que coincidimos en que los corruptos (y los tránsfugas lo son en grado superlativo) deben desaparecer de las instituciones públicas ¿O es que alguien quiere alcaldes, concejales, conselleiros, presidentes, directores, policías, jueces, médicos, maestros o catedráticos, etc. corruptos? Creo sinceramente que nadie. Pues bien si no los queremos deben desaparecer de la vida pública, pero no podemos esperar a que alguien los expulse para hacernos ese favor. No lo harán los partidos, si el pueblo con su voto no les obliga a ello.
Decía un alcalde detenido por corrupción “No vienen a por mí vienen a por mí partido”, lo que equivale a decir que ¡No soy un ladrón sino un mártir, un perseguido por mis ideas! Luego pudimos comprobar que sí era un ladrón y un cínico mentiroso de grueso calibre. En boca de otros imputados por corrupción o de tránsfugas declarados hemos escuchado frases que encienden el pelo como la de que “las urnas me absolverán” ¿Pero esto que es? Lo mismo decían los etarras acusados de asesinatos incluidos en las listas de partidos vinculados a ETA con la misma intención de ser redimidos por las urnas. Lo mismo dice Berlusconi.  Observamos como hay partidos políticos importantes, que aspiran a gobernar o que gobiernan o han gobernado, que, a sus corruptos, lejos de condenarlos y expulsarlos los protegen, bien promoviendo infinidad de maniobras dilatorias ante la justicia, cuando no de presiones abiertas y descaradas contra los jueces (lo de Garzón es antológico), bien orquestando campañas exculpatorias y protectoras a través de la “prensa amiga”. Prácticas que ponen de manifiesto no sólo la complicidad de esos partidos con sus tránsfugas y corruptos, sino que dependen de ellos y de su silencio, y que por lo tanto son un peligro para la democracia si no se sanean internamente y se corrigen.
Porque la corrupción es contagiosa y acaba infectándolo todo. Primero a las personas, luego a las instituciones pequeñas, y luego a las grandes, (ayuntamiento, Diputación, Administración Autónoma, Policía, Judicatura, Medios de Comunicación, etc.) llegando a los propios partidos políticos, y a todo el sistema democrático, que acaba en manos no de los ciudadanos sino de las mafias. ¿Exageración? Lamentablemente tenemos muchos ejemplos, y muy claros, de que en absoluto.
Deliberadamente prescindo de dar nombres porque prefiero “hablar del pecado mas que de los pecadores concretos”, para no sumarme a la cortina de humo del “… y tu más”, destinada a decirle al pueblo: Veis ¡Pero si todos somos iguales!, o ¡Pero hombre, si la política es así! Cuando sabemos de sobra que la política no es así, sino que algunos la hacen así. Tampoco quiero que alguien, sobre todo de entre los afectados, pueda decir o pensar que hablo de la corrupción por intereses partidarios, para así tener una coartada con la que seguir intentando ocultar o enmascarar su condición de miserable corrupto.
Tampoco se trata de hablar de "nuevos códigos éticos" cuando no se cumplen los anteriores, y de sobra se sabe que el problema no es de códigos. No mas promesas vacías. No mas frases hechas de “tolerancia cero con la corrupción” para luego hacer lo contrario. Hechos y no palabras es lo que necesitamos. Cualquier partido político, ante un hecho de corrupción o transfuguismo lo tiene muy fácil: separar de sus cargos en el partido y en las instituciones a la persona afectada y actuar judicialmente contra ella si procede, pedir disculpas a la ciudadanía, y prometer que se vigilará con rigor para evitar que los hechos en cuestión no puedan volver a repetirse. ¿Es tan difícil?
Me sorprende que instituciones que van por la vida como abanderadas y supuestas depositarias de la moral y de la ética hablen tan poco, o simplemente no digan nada, de la corrupción en la vida publica española cuando tan preocupadas parecen por otras cosas. ¿O es que un corrupto confesado se va al cielo? ¿O es que una cosa son “los corruptos” y otra distinta “nuestros corruptos”?
Nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos no se merecen que les dejemos en herencia un país de hipócritas, podrido por la corrupción. Nadie podrá evitarlo si los ciudadanos, pudiendo como podemos hacerlo, no intervenimos. Ningún corrupto, ningún tránsfuga, sea del partido que sea merece nuestro voto. Corruptos y tránsfugas ¡Fuera de la política!

SUSO MOSQUERA
28/Febrero/2011

1 comentario:

L. de Guereñu Polán dijo...

Pues la dirección federal del PSOE admitió que el candidato a alcalde por Benidorm fuese uno de esos tránsfugas, que es una forma de corrupción. A la postre pudo él más que toda la dirección: ¿no es esto raro?