viernes, 4 de mayo de 2012

REPENSAR EL ESTADO DE LAS AUTONÓMIAS

Como diputado de las primeras legislaturas yo vote, favorablemente, la totalidad de los primeros textos de los Estatutos de Autonomía de todas y cada una de las CCAA. Vote con las ideas claras de donde estaban los límites de lo que aprobaba, y la opinión de los ciudadanos que se pronunciaron sobre aquellos textos, cuando se expresó opinión, coincidió con la mía de forma muy mayoritaria. El límite, en resumen, era el de mantener un proyecto común y absolutamente solidario, acercando los servicios públicos y el poder político a los ciudadanos.

Visto en la distancia que dan los lustros, el proyecto España, basado en la suma de los proyectos Cataluña, Euskadi y Galicia, y también del resto de proyectos (Andalucía, Extremadura, Valencia, etc.) han sido proyectos de éxito, sobre todo si miramos las mejoras que han disfrutado sus ciudadanos, en la práctica totalidad de las áreas que le relacionan con las administración. Eso ha sido así al menos hasta que entrado el siglo XXI se modificaron textos y actitudes políticas, de forma bastante desordenada y sin una idea vertebradora evidente.
Con la disculpa del amejoramiento de los distintos Estatutos se superaron límites que, durante más de 25 años, habían permitido avanzar a todos, manteniendo el  equilibrio que permite una buena convivencia común. Hoy, con la disculpa de superar la crisis, se producen casi todos los días propuestas de reforma, eso sí en direcciones opuestas según la posición política de cada proponente.

Pues bien, dejando meridianamente claro que no hay fracaso del Estado Autonómico, sino excesos y errores parciales, producidos sobre todo en los últimos tiempos, quizá sea el momento de abrir reflexión sobre como corregir lo menos, manteniendo lo más. Sin perder la perspectiva que, si se abre reflexión, los ejes sobre los que reflexionar son múltiples, desde el centro hacia la periferia, como reclaman los partidos nacionalistas y regionalistas, pero también en sentido inverso cuando los ciudadanos se sientan peor servidos. Desde la supresión de entes que se muestran poco útiles como las Diputaciones, a la creación de nuevos, como posibles supermunicipios. Desde permitir la entrada de gestión privada en campos públicos de competencia local, autonómica o central, hasta restringir al estricto control público, incluida la obligada presencia directa, de la Administración en sectores estratégicos como la energía, el agua o el transporte, al margen del color de quien gobierne, en cada uno de los niveles.

Por cierto hablando de soberanías compartidas, yo como gallego reclamo mi parte de soberanía sobre el aeropuerto del Prat, el puerto de Bilbao , la autorización de exploración de hidrocarburos en aguas canarias y el control de tráfico del Estrecho, todos temas de máximo interés para las actividades de mis vecinos.

Mayo de 2012
Fdo.: Isidoro Gracia Plaza

3 comentarios:

L. de Guereñu Polán dijo...

Es evidente que volver atrás no se puede, y que ahora hay que seguir con el Estado autonómico, pero lo cierto es que fuimos imprudentes, creo yo. Si se hubiese pactado entre UCD y Partido Socialista la autonomía para las provincias vascas y Cataluña, que es donde había un verdadero problema político y una clara reivindicación mayoritaria, se habría podido esperar e ir poco a poco viendo lo que convenía. Ya dije en otra ocasión que no conozco sino un estado federal, Alemania (ya hay razones históricas para que lo sea) y el federalismo nos entusiasmó tanto -sin saber lo que era- que nos precipitamos. ¿Que sentido tiene que haya una comunidad autónoma llamada La Rioja, o Murcia, o Madrid, o Cantabria? Ahora creo que toca racionalizar lo que hicimos -porque yo también me entusiasmé en su momento- pero sé que politicamente no es posible deshacer lo hecho.

Isidoro dijo...

Ótras personas me han hecho llegar la opinión que habría sido mejor limitar el número de C. Autonómas.
Ese argumento tiene un valor muy limitado ya que la historia nunca vuelve atrás, como tu mismo indicas.
Limitandonos al proyecto de la Constitución de 1978 y a la realidad devenida, ese proyecto y su concrección ha sido exitoso para la mayoría de los ciudadanos.
En consecuencia el argumento de un proyecto España fracasado, solo tiene sentido desde criterios diferentes a la de los ciudadanos, por ejemplo los basados en derechso territoriales, como los que argumentan los nacionalistas, y la respuesta también es fácil: solo desde ese proyecto han podido recorrer en libertad el amplio camino en poder político que han recorrido hasta ahora, con la rechazable actitud de no reconocer lo evidente: que a los ciudadanos les ha ido muy bien y a ellos especificamente también.

FUNDACIÓN LUÍS TILVE dijo...

Queda por explicar si tiene sentido que La Rioja, Madrid, Murcia, Santander, Asturias... sean Comunidades Autónomas y tengan un parlamento...