lunes, 26 de enero de 2015

Como destruir un partido

Si Andreas Papandreu pudiese ver lo que ha quedado del partido socialista que él fundó en 1974 se llevaría un gran disgusto, porque no pocos pusieron gran esfuerzo e ilusión en contribuir a que Grecia contase con una fuerza progresista que luchó durante décadas por la igualdad y solidaridad entre los griegos. ¿Donde está aquel PASOK que casi llega al 50 por ciento de los votos en las elecciones de 1981 que fueron un precedente del gran triunfo socialista en España un año más tarde? Ha desaparecido porque una pandilla de burócratas y desnaturalizados así lo ha querido: sin ideas, con ambiciones desmedidas, sin criterios de ningún tipo, con el solo deseo de mantenerse en el poder unos pocos, para que pasasen al desastre unos muchos.

Durante tiempo el PASOK obtuvo por encima del 40 por ciento de los votos en sucesivas elecciones, lo que quiere decir que había muchos griegos que, a pesar de las dificultades y errores, seguían confiando en él. Era un partido socialista que garantizó la democracia, dejó en la marginalidad al nacionalismo, al populismo y a la extrema derecha y gobernó con no pocas contradicciones, algunas de ellas provenientes de casos de corrupción. 

Ahora (elecciones de enero) el PASOK ha obtenido el 4,68 por ciento de los votos, una forma elocuente de demostrar como se puede destruir un partido, del cual se han ido muchos por no querer colaborar con la derecha en hacer políticas antisociales y acordes con los deseos del Banco Central Europeo, expresión de los deseos de la banca alemana y de la canciller Merkel. ¿Que ha hecho el PASOK en los últimos años apoyando a un gobierno conservador que equivale en el caso de España al Partido Popular? Contradecirse, decepcionar a los griegos, o por lo menos a su electorado... pero garantizar un sillón bien pagado para unos pocos burócratas sin ideas y sin ideales. 

En un turbulento mundo dominado por los tiburones de la economía, que ahora eufemísticamente se llaman "mercados", hubo un socialista griego que puso cara, desde una posición desventajosa, a toda una estructura dominada por partidos conservadores y por especuladores económicos. Ante la "quita" que la Unión Europea propuso a Grecia y las demás medidas que la acompañaban, hubo un primer ministro que dijo: voy a consultar a mi pueblo. 

La "quita", dicho sea coloquialmente, era el perdón a Grecia de la mitad (en este caso) de su deuda -de la que se haría cargo la Unión Europea- y recibir unos 8.000 millones de euros (no eran los primeros) a cambio de que el Gobierno griego aceptase una serie de medidas durísimas que pagarían sobre todo las clases medias y populares, los grupos más humildes de la sociedad griega y los pequeños empresarios. El primer ministro griego, Papandreu, contestó: bien, aceptamos seguir en ese club que se llama Unión Europea, aceptamos seguir teniendo como moneda común el euro y lo que ello significa, aceptamos sacrificios, pero vamos a ver que opina nuestro pueblo. 

Y solo decir esto, los tiburones de la economía se echaron las manos a la cabeza, dijeron que no compraían deuda griega (cuando por su compra se pagaron intereses astronómicos) que los mercados no se fiaban de lo que se decidiera en el referéndum y que Grecia lo que tenía que hacer -una vez más- es someter a las clases trabajadoras y dependientes de su población a sacrificios sin cuento.

Papandreu propuso, hace unos años, un cambio de sistema; propuso que fuese el propio pueblo griego el que dijese si estaba dispuesto a tantos sacrificios a cambio de las ayudas que se le proponían. Porque dicho sea de paso, la "quita" llevaba consigo que la parte que Grecia debía y no se le perdonaba pasase a estar gravada de forma más severa que si dicha "quita" no existiera. Esto ya lo hacen los bancos con los clientes morosos de solemnidad; no es un invento nuevo por lo tanto.

Las presiones fueron enormes, tanto que Papandreu claudicó y no convocó aquel referéndum, dimitiendo a continuación. Creo que aquí está el origen del desplome del PASOK, cogido entonces por unos pocos oportunistas para dar satisfacción a sus personales fines.
L. de Guereñu Polán. 


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