miércoles, 25 de febrero de 2015

El zafio

Alegoría de los vicios
España vive gobernada por un personal ciertamente miserable. Su Presidente demuestra una zafiedad como es difícil imaginar; miente más que habla y carece por completo de escrúpulos: le da igual desdecirse de sus compromisos con la ley que regulaba la interrupción del embarazo, para dejarla casi como estaba (y mejor ha sido) que apoyar a los más claros corruptos y corruptores de la vida nacional. 

No he escuchado el debate sobre "el estado de la nación" en primer lugar porque dicho debate no es "sobre la nación", sino para otra cosa. Además tengo cosas más importantes que hacer y me llega con las informaciones de los periódicos y emisoras de televisión. El Presidente del Gobierno ha subido a la tribuna de oradores varias veces a mentir, a prometer lo que no va a cumplir, a negar evidencias, a faltar indecorosamente al respeto a otros oradores, particularmente al Secretario socialista, a reirse del electorado adoptando unas actitudes más propias de un barriobajero delincuente que de un magistrado del Estado.

Ya apuntaba esas maneras cuando empezó siendo Presidente de la Diputación de Pontevedra. Se hizo acompañar de personas que luego se demostró eran delincuentes: contrabando, prevaricación, falsedad en documentos públicos, etc. Se rodeó de una serie de agentes electorales en la provincia de Pontevedra que luego fueron castigados por la Justicia en razón a la comisión de los más diversos delitos. El zafio Presidente que ahora nos gobierna actuó siempre como si con él no fuese la cosa, con un cinismo y desfachatez que solo puede contentar a algunos de sus electores, esos que prefieren la ignominia y la miseria a ver en el gobierno a cualquier dirigente de la oposición.

El actual Presidente del Gobierno vino a la política de la mano de un colaborador del régimen criminal que conocemos como franquismo, se dejó arrullar por él y le sirvió como un sicario. Así prosperó políticamente: ocupó varios cargos de alta responsabilidad en los que no dejó obra alguna destacable, como no fuese la sustitución de los antiguos gobernadores civiles por los subdelegados del gobierno. Como ministro de educación pasó inédito, incapaz de aunar los mínimos esfuerzos para dotar al sistema educativo de los recursos que necesitaba una legislación (aprobada en época socialista) que los precisaba si quería cumplir los objetivos propuestos: que todos los españoles hasta los dieciseis años, por lo menos, recibiesen una formación acorde con las exigencias de los tiempos que corren.

En la lucha contra la corrupción, lejos de estar con los que la combaten, estuvo y está al lado de los corruptos, manteniendo en sus puestos a ministras, tesoreros, funcionarios y otros sin cesar en su empeño hasta que los tribunales vienen a confirmar todos los extremos de sus desvaríos. 

En el plano internacional no ha hecho otra cosa sino seguir las consignas de la gran banca europea y de los economistas que la sirven, de la canciller Merkel y de la derecha económica y política más reaccionarias. No ha querido reconocer nunca -aunque lo sabe- que la crisis económica que padecemos es una de esas cíclicas que son iherentes al sistema capitalista, que los gobiernos de España no son responsables de que exista porque viene dada a nivel planetario. El Presidente que nos gobierna lo sabe, pero ha preferido decir a la población, desde las plataformas de que ha dispuesto, que la crisis es cosa de este o de aquel, del gobierno socialista anterior, que, en efecto, la negó invonvenientemente en un principio y no la supo gestionar más tarde.

El que tenemos es un Presidente soez, sin altura intelectual, sin capacidad de estadista, sin generosidad de ningún tipo, sin el más mínimo deseo de gobernar para todos los españoles. Está ahí para cumplir un designio: contentar a los que como él gozan de posiciones de privilegio. No ha tenido inconveniente en vulnerar la ley (lo hizo como Presidente de la Diputación de Pontevedra) atender a favoritismos y seguir la misma "política" que su mentor, el ya fallecido Fraga. 

El ignorante Aznar entró en la arena política para su medro personal y lo ha conseguido. No tuvo inconveniente en meter a España en una guerra ilegal e injusta con el único objeto de congraciarse con el más retrógrado Presidente de los Estados Unidos que hemos conocido. El actual Presidente, acrecido por los suyos, gentes sin escrúpulos, sin moral, sin criterio, al calor de los éxitos electorales y ayudado por la desunión más suicida de la izquierda, campa por España, por la tribuna de oradores y por el mundo como si los males no fuesen con él. Es un zafio.

L. de Guereñu Polán.

1 comentario:

Xesús dijo...

Muy bueno el artículo y muy acertada la descripción del personaje.