domingo, 5 de abril de 2015

Las elecciones locales

El próximo día 24 de mayo se celebran en España, como es sabido, elecciones locales, ya sean estas para renovar Ayuntamientos, Diputaciones, Parlamentos y Gobiernos autonómicos. Visto que los estados no tienen mucho margen de maniobra hoy por hoy, ya que el control de la economía está en manos de unas dos mil o tres mil familias a nivel planetario, encontrándose incrustadas y bien representadas en las instituciones supranacionales y nacionales, donde el ciudadano puede notar que su vida cambia a bien o a mal es en el ámbito local, si este le facilita un mejor nivel de vida, servicios sociales, atención a la dependencia, parques, vivienda, luz, agua, atención a la diversidad, integración social, etc. 

Por eso son muy importantes las elecciones locales, donde los candidatos que se presentan suelen ser conocidos por buena parte de la ciudadanía: honrados, pendencieros, consabidos mafiosos, novatos, veteranos, expertos gestores, ilusionados por cambiar las cosas. Elegir a unos o a otros es muy importante y también es importante tener claro que los elegidos no van a sucumbir a las recalificaciones urbanísticas que favorezcan a unos pocos, que no se van a vender por unas monedas, que estarán atentos a las necesidades de las personas más menesterosas, que velarán por la mejora de los servicios sociales y por hacer de las villas y ciudades lugares habitables. 

Cuando un movimiento vecinal consigue algo por lo que ha estado luchando durante algún tiempo, sus dirigentes suelen acudir a la socorrida frase de "esto es un logro de la ciudadanía". Creo que es un error: la ciudadanía es un concepto abstracto y complejo, hay parte de la ciudadanía que está acomodada en su confort particular y no mueve un dedo por los demás, hay otra parte que se indigna con frecuencia ante las notables injusticias del mundo, pero nada más; hay otra parte que dedica sus mejores armas a charlas de café más o menos animadas y sólo una parte de esa ciudadanía, generalmente minoritaria, ha sido capaz de conseguir aquello por lo que ha estado luchando. Bueno sería que los candidatos más honrados y bienintencionados en estas elecciones locales del 24 de mayo próximo lo supieran. La ciudadanía, sin más, es traicionera, no suele ser agradecida y solo los comprometidos consiguen el bien común.

Contar con esas minorías inquietas para incorporarlas a las listas electorales es mucho más interesante y productivo que pelearse en una asamblea por conseguir un puesto para este o aquel militante. Contar con aquellas minorías en la acción de gobierno u oposición es de todo punto necesario, porque suelen estar en contacto con los problemas, con la calle, con la gente necesitada. 

Las minorías entregadas a una causa, a unos ideales, estas son las que han conseguido mover el mundo desde la noche de los tiempos. No la "ciudadanía", que es amorfa y compleja. Hay todavía gente trabajando en el movimiento vecinal, en los barrios y en los puestos de trabajo; hay gente que está muy enterada de los problemas de vivienda en su ciudad, otra de los parados, de los pensionistas, de las personas desheredadas, de los que tienen lo básico pero aspiran a mejorar la vida de los suyos... Muchas de estas cuestiones trascienden las competencias de la administración local, pero hay mucho que hacer en las Comunidades Autónomas, ya que tienen transferidas muchas competencias desde los años ochenta del pasado siglo hasta ahora. 

Las Diputaciones Provinciales -única institución en Europa que no ejerce fiscalidad alguna, solo recibe dinero de otras administraciones para gastarlo- pueden ser administradas, mientras no desaparezcan, de manera muy distinta a lo que ahora, en manos de unos gandules de mucho tiento (dicho sea de forma muy general). Los enormes presupuestos de las Diputaciones, que hace tres años tenían un déficit de tres mil millones de euros, deben ser administrados para lo que fueron concebidas, para contribuir a los Ayuntamientos más necesitados en obras y servicios, infraestructuras, beneficencia (aunque sea un concepto trasnochado), empleo y asesoramiento a jóvenes, ancianos y parados, entre otras cosas. 

La ciudadanía -una parte más que la otra- está harta de tanta palabrería insulsa, pero va a seguir votando como lo ha demostrado en las recientes elecciones andaluzas; sabe -una parte más que otra- que la democracia formal es irrenunciable, aunque la democracia real esté por conseguir... y quizá nunca se consiga. Pero si en algún nivel es posible acercar las posibilidades de unos a las de otros es en el ámbito local, porque "ayuntamiento" viene precisamente de "ayuntar", de juntar. Luego que se repartan la gran tarta del mundo esas dos o tres mil familias hasta que revienten.

L. de Guereñu Polán.

No hay comentarios: