Anteayer, domingo,
asistí en Vigo a la despedida e incineración (que no entierro) del compañero y
amigo Javier Pedrido Fraiz, fallecido a los 65 años. En el acto muchos
veteranos ex sindicalistas y ex políticos de UGT, CC.OO., PSdeG-PSOE y PCG. No
digo aquí sus nombres porque la lista sería larga y de seguro que me olvidaría
de algunos. También estaban sindicalistas y políticos en activo pertenecientes
a los sindicatos mencionados y al partido socialista.
Su familia me ofreció dirigir
unas palabras con motivo de un breve acto previo a la incineración y se lo
agradecí mucho. Intervinieron también tres de sus hijas, y Manuel Soto el
primer alcalde de Vigo tras la recuperación de la democracia.
Aquellas elecciones
municipales se celebraran el 3 de abril de 1979 y en la candidatura del partido
socialista que encabezaba Manuel Soto, también figuraba Javier Pedrido, que
sería elegido concejal del ayuntamiento vigués primero y diputado provincial
después formando parte por lo tanto de la primera Diputación Provincial de
Pontevedra elegida en democracia, y presidida entonces por Mariano Rajoy, hoy
Presidente del Gobierno de España.
Conocí a Javier en el
año 1979 cuando se preparaba el Congreso constituyente de la UGT de Galicia que
tendría lugar en octubre de aquel año, y en el que resultaría elegido
secretario general, cuando justo cumplía los treinta años. Jugó un papel
decisivo para sacar adelante aquél congreso que creaba en Galicia una UGT que
dejaba atrás la tradicional organización basada en uniones provinciales y
locales, y establecía una nueva basada en una sola Unión Regional o de
nacionalidad y uniones comarcales. Era un cambio muy grande en el sindicato,
que no todos en Madrid y en Galicia veían con buenos ojos, y que en España tenía
solo el precedente excepcional de Cataluña, pero que no tardaría en
generalizarse al conjunto del país.
La UGT de Galicia
celebraría un nuevo congreso en 1980 en el que Javier Pedrido, joven aún,
dejaría la secretaria general del sindicato para dedicarse preferentemente a su
trabajo político como concejal de Vigo y diputado provincial en Pontevedra.
Desde aquellos años hasta su muerte seguí manteniendo con él una relación de
compañerismo, amistad y afecto. En los
últimos años, ajeno ya a responsabilidades sindicales o políticas se
incorporaría al Patronato de la Fundación Luís Tilve.
Los entierros o estos actos
de incineración que hoy los sustituyen, son ocasiones que fuerzan a la
reflexión. Se reflexiona sobre la vida, sobre como ha sido y como es la vida.
Como son y como somos las personas. Una mezcla de cosas buenas y otras menos
buenas, de aciertos y errores en lo personal y en lo colectivo. La perspectiva
permite recordar y ver otra vez el camino recorrido como ciudadanos y como
parte de la sociedad a través de la familia, el trabajo, los amigos y
compañeros, y en el caso de la militancia política o sindical también la
historia colectiva y la de sus
organizaciones.
Allí, ante el cuerpo
sin vida del amigo común, me encontré con personas amigas que no había visto
desde muchos años atrás, y lógicamente las vi mas viejas, mas reflexivas,
luchando contra los achaques que trae la vejez, o contra los coletazos de esta
otra crisis, cargados de historia, de una larguísima historia de lucha y de
compromiso, también de diferencias que ahora, con la edad y la perspectiva del
tiempo, se ven mucho mas pequeñas, casi inexistentes. El sindicalista de la USO
que se fue a Comisiones o el que se fue a UGT, el ex PC que se hizo del PSOE,
el que lo fue todo en el PSOE y lo dejó para formar otro partido, el que sigue
en el PC fiel a sus principios, el veterano socialista que sigue también fiel a
su partido a pesar de los errores y los fallos. Todos y todas, hace cuarenta
años, junto a personas como Javier, con sus aciertos y sus errores, formaron parte del
núcleo duro que conseguiría cambiar este país.
Allí estaban también
los jóvenes, los hijos y los nietos de corta edad y sus respectivas familias y
amigos. Una generación nueva de gente trabajadora a la que están arrebatando los
derechos y los logros que tanto esfuerzo y sacrificios costó conseguir. La
sociedad mejor que quisimos dejarle en herencia esta seriamente amenazada.
Ante todos ellos le
prometí a Javier, que a pesar de la crisis que ha vuelto, de las dificultades y
de las batallas que estamos perdiendo, ni renunciamos a la gran utopía de una
sociedad de hombres y mujeres verdaderamente libres e iguales, en la que el
“hombre del hombre sea hermano”, ni dejaremos de seguir luchando por ella.
Hasta siempre compañero Javier, descansa en paz.
Xesús Mosquera Sueiro /
21 de Julio de 2015
3 comentarios:
Guereñu dijo: me uno al homenaje que le hace este artículo y comparto las valoraciones sobre Javier Pedrido. Compañero mío en la Diputación de Pontevedra, guardo de él el mejor recuerdo de lealtad y compromiso.
Mi primo!!❤️❤️❤️❤️
Fué mi suegro durante un tiempo,un gran hombre la verdad. Un abrazo a la familia [Pooh]
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