domingo, 27 de mayo de 2018

¡Fuera! (imaginando un triunfo)



El triunfo de la moción de censura, presentada por el Partido Socialista contra el hasta ahora Presidente del Gobierno, representante genuino de la corrupción en España, es un triunfo que puede traer consigo un cambio de signo en el hacer político para muchos años en el futuro. No podemos saber la estabilidad del Gobierno que forme el señor Sánchez, pues las dificultades con las que se va a encontrar son enormes: división parlamentaria, graves problemas institucionales, reformas legislativas que el Senado intentará frenar por todos los medios, respuesta a las demandas de los colectivos más afectados por el acrecentamiento de las desigualdades sociales durante las épocas de gobierno del Partido Popular.

Que estén fuera personajes tan perniciosos como Cospedal o Sáez de Santamaría, el propio Rajoy y el resto de sus ministros, ejemplares de una España antigua y mezquina, es ya un avance importante. Cabría esperar que los partidos políticos con representación parlamentaria, con excepción de aquellos que han hecho de la corrupción y de la reacción su norma de conducta, tengan altura de miras y sepan apoyar, con todos los condicionantes lícitos que se quiera, al nuevo Gobierno.

El señor Sánchez ya ha dicho que no va a ceder en casos como la unidad de España y las reformas legales para amparar a los grupos más desfavorecidos de nuestra sociedad. Las fuerzas fácticas del país (especuladores, grandes empresarios, acomodados y beneficiarios del PP, la banca, la Iglesia jerárquica, cierta prensa y otras por el estilo) no van a dar un momento de respiro al nuevo gobierno, por lo que debiera la sociedad civil que se reclama demócrata y progresista armarse de valor: los intelectuales, los docentes, los periodistas, los profesionales, los funcionarios, los sindicatos de trabajadores, debieran apiñarse para evitar la dialéctica de la falsedad que el PP emprenderá (con algún socio sobrevenido) desde este mismo momento.

Aquellos que aspiran a separar de España una parte de su territorio pueden seguir haciéndolo sin poner en riesgo al nuevo Gobierno, pero solo si saben que han de contar para conseguir sus fines con la mayoría de la población de ese territorio, lo que hoy no se da, que no se puede convocar referéndum alguno en este sentido mientras no se modifique la Constitución española de 1978 (en particular su artículo 2º) y que, en todo caso, los objetivos políticos lícitos no tienen por que conseguirse en un plazo corto. No creo que se den nunca las condiciones cuantitativas para que una parte del territorio de España se pueda separar del conjunto, pero si alguna vez dichas condiciones se dieran, entonces cabría ponerse a pensar –todos- cuales son las medidas que más convienen al interés general. La inacción no tendría sentido y la toma de decisiones graves no se pueden llevar a cabo en unos meses, puede que ni en unos pocos años.

Todos los casos de corrupción que están siendo juzgados en los Tribunales (los de unos partidos y los de otros) deben de contar con la máxima colaboración de las instituciones públicas, incluso con la de los partidos políticos, aunque les afecten a ellos. De otra manera no se habrá conseguido el principal objetivo de la moción de censura: corregir de raíz la corrupción en España, que si va a seguir existiendo por la propia lógica de la naturaleza humana, no debe de contar con el amparo de ningún partido político. Ese es el amparo que los corruptos sí tuvieron del Partido Popular, sabedor de que se nutría de elementos de la más baja estofa en no pocos de sus cuadros, que los signos externos de opulencia eran evidentes muestras de prácticas ilegales, que la sucesión en cascada de casos necesitaba (y no se hizo) de medidas ejemplarizantes antes incluso de que actuasen los tribunales.

Los partidos políticos deben aprender la lección de estos vergonzosos tiempos en esta materia: deben hilar fino cuando formen sus candidaturas, deben advertir seriamente a quienes accedan a ellas de que se trata de servir, no de servirse; es necesaria una verdadera ley de incompatibilidades que, realmente, nunca ha existido en España. Para quien no interese esto, hay repuestos en la sociedad española.

¿Alguien duda de que una colaboración de los partidos e instituciones públicas (el Gobierno de la nación en primer lugar) con la Justicia entorpecería definitivamente el camino a corruptos y corruptores? Pues de eso se trata. Mientras tanto ¡fuera a los encubridores del nepotismo, de la prevaricación, del cohecho, de la miseria moral, del enriquecimiento rápido e indebido; fuera a los que han viciado la democracia española haciéndola aparecer a los ojos de la mayoría de la sociedad como una cloaca! Una parte de la sociedad –es evidente que minoritaria- puede estar cómoda con la corrupción porque es beneficiaria de ella, pero eso no puede hipotecar a un país a quien ha costado tanto el régimen de libertad y de relativo bienestar que hoy disfrutamos muchos, pero no todos.

En los años ochenta pasados, siendo yo portavoz de la minoría socialista en la Diputación de Pontevedra, presidida por M. Rajoy, ya vi las maneras del personaje. Los años que siguieron me confirmaron en su catadura.

L. de Guereñu Polán.

sábado, 26 de mayo de 2018

SOBRE LA MOCIÓN DE CENSURA AL GOBIERNO RAJOY.



El dicho popular, según el  Cervantes “Locución proverbial”: es la gota que desborda el vaso, viene al pelo de explicar el porqué ha hecho inevitable la Moción de Censura, hoy presente en todos los titulares.
Cuando una situación ha ido empeorando, llega un punto en que estalla, aunque parezca que se debe a una causa insignificante. El proceso de cómo la situación política española ha ido empeorando, mes a mes, día a día,  es perfectamente evidente e identificables los temas en que se empeoraba, la identificación de la última gota es más complicada. Podemos elegir la sentencia del caso Gürtel, la caída hace unos días de la Presidenta de la C.A. de Madrid, la detención por diez delitos del ex ministro y antes ex presidente valenciano Zaplana, algunos muy cercanos en el tiempo, el mercadeo en el paso de los Presupuestos Generales del Estado por el Congreso de los Diputados, haciendo posible lo según afirmaciones rotundas era imposible la semana anterior, etc. ¡vamos¡ que en vez de gotas tenemos un pantano completo.
Y según mi opinión, que el gobierno esté presidido por una persona que ha mentido en todas y cada una de sus propuestas programáticas, además de en sus declaraciones judiciales, que sus grupos parlamentarios afines estén en dedicación plena de evitar los controles democráticos básicos, en clarísima burla de la legitimidad y obligaciones de las Cortes, o que el partido que les apoya, tenga que dedicar la buena parte de sus esfuerzos  a la defensa penal y pública de muchos de sus más importantes responsables (incluidos miembros de gobiernos, y  ejecutivas que han estado durante lustros al lado del mismo presidente) puede no ser  el motivo más importante para realizar la Moción de Censura. No, el motivo más importante es su intención de consolidar sus “logros” tal y como repetidamente repiten todos y cada uno de sus portavoces. Simultáneamente colectivos de  importantes sectores sociales, mujeres, pensionistas, jueces y fiscales, cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, etc. se movilizan, incluso con huelgas, en contra de esos logros.
Para profundizar en el análisis hay que empezar con los números. Para obtener los 176 votos necesarios para que prospere la moción, hay facturas que no se pueden pagar, si se quiere que el que presenta la Moción, el PSOE, tenga futuro a largo plazo en España y Europa. Ni lo que pida PDeCAT, ERC y EH Bildu en las actuales circunstancias, ni lo que hoy quizá pida el PNV, a la vista de lo que propone como reforma del Estatuto que tiene acordada con EH Bildu.  Sí echamos cuentas veremos que la única solución lógica es retomar la fórmula de marzo de 2016 para la investidura de Pedro Sánchez de un gobierno transversal o con apoyos transversales, con objetivos muy concretos a corto plazo.
Para presentar la Moción, hacen falta al menos 35 diputados que no hubieran consumido sus posibilidades de firma, ya que por cada periodo de sesiones solo se puede firmar una. Solo Podemos y el PSOE disponen de un número suficiente de escaños. La experiencia de Podemos de junio del pasado año hace aconsejable a ese grupo no vuelva  a intentarlo. Así pues valoradas todas las circunstancias resta como posibilidad la presentada por Pedro Sánchez, 
Analicemos ahora la virtualidad de la Moción de Censura. No es ni acceder al gobierno ni gobernar, con la excepción de si la moción se concreta en el mismo proyecto transversal de la Investidura de 2016., tal y como comenté anteriormente.
Pero hay dos hechos que así se ponen en valor:
1 - Solo el PSOE está en condiciones de presentarla, lo que desvirtúa su ausencia en el tablero político, que están intentando vender la práctica totalidad de los medios de comunicación. Es decir sigue siendo la alternativa viable.
Y 2- Demostrar ante la opinión pública, que a pesar de todos los riesgos y esfuerzos que exige la apuesta, sacar al PP del gobierno hoy pasa por un acuerdo con presencia de Podemos y Ciudadanos pilotado por el PSOE.

Sigamos reflexionado sobre otro protagonista clave de la situación política. A mí me parece que se infravalora el hecho de que Cs tiene que pasar una reválida: Conseguir, sin una estructura consolidada, candidatos mínimamente aceptables para más de 8.000 ayuntamientos y 13 autonomías. Hacer listas para el Congreso es fácil, para el Senado algo más complicado encontrar tres candidatos con un mínimo de proyección social en la provincia en que se presente (solo vale ganar o ser segundo en cada provincia). Para todo ello necesita tiempo, solo con dinero no es suficiente, no le queda mucho tiempo, y sobre todo tiene que estar en un situación que dé credibilidad a las encuestas que tan favorables se presentan. Y su posicionamiento en la C.A. de Madrid no les está ayudando, ni cara a los posibles votos procedentes de su izquierda, ni siquiera entre los conservadores votantes del PP hartos de corrupción (en la derecha también hay personas honradas). Yo creo que la Moción de Censura les ha pillado con el paso cambiado.
Añadamos al análisis un dato curioso: La reacción cuasi virulenta de los valores en bolsa de algunos componentes del IBEX 35 puede ser un buen indicador de a quien le interesa que Rajoy siga de presidente de gobierno.
Sumando todos los datos, a la reacción en cadena de todo el arsenal del gobierno y del PP, y aún cuando parezca anecdótico la decisión de Rajoy de no ir a la final de la "Champions" y también su llamamiento casi desesperado, a que sean los barones del PSOE quienes la paren, es un buen indicador de que hay fondo y posibilidades de remover el estanque del panorama político. Incluso de que quizá existan algunas posibilidades de que prospere.
Sobre lo que me surgen dudas es que una operación tan delicada también exige para ponerla en primer plano y concretarla, una dirección a la vez firme y hábil, y no encuentro entre los actuales líderes en la oposición suficiente dosis de firmeza en las ideas y habilidad.

Isidoro Gracia

viernes, 25 de mayo de 2018

LA HORA DE LA DIGNIDAD.



Se ha alcanzado un punto en el que lo que ya está en juego y en riesgo extremo es la dignidad ciudadana, la integridad moral del país, y la ética. La democracia no puede seguir siendo indecorosamente humillada y degradada. No se puede seguir sometiendo a España al bochorno interno y exterior. Ni seguir deshonrando el sentido de una presidencia democrática. No es momento de toma y daca de intereses de partido, anteponiendo sus estrategias a la necesidad de una respuesta adecuada al momento político.  
No puede estar un día más en La Moncloa quien mintió reiteradamente, convivio imperturbable con la corrupción, agredió sin pudor a las clases más desfavorecidas y al dictado de los poderosos agigantó la brecha social a niveles desconocidos. Un Presidente que mostró despreció absoluto por los derechos civiles y sociales… Que jugó constantemente con la Justicia para favorecer la impunidad, pero ni aun así pudo evitar que aflorase y se pensase la ignominia.  
Treinta y tres años de cárcel al tesorero delincuente al que animaba el Presidente del Gobierno de España por un medio electrónico. Un Presidente, cuyas  palabras cuando pisó los tribunales (la primera vez que un presidente de España en ejercicio se ve obligado a enfrentarse a un juez), no eran verosímiles. Ni en sede judicial concilió con la verdad, según pone en evidencia la sentencia. Un Presidente, que su vez preside un partido, que es el único en democracia condenado por operaciones corruptas. Un Presidente bajo cuya dirección los discos duros de los medios informáticos de su organización son destruidos a martillazos ante la llegada inminente de los investigadores policiales. Un rosario de tropelías que ponen en evidencia a sus autores: ex-ministros, segundos de ministros, alcaldes, diputados, eurodiputados, gobiernos de autonomías, colaboradores y amiguetes diversos… Todos protagonistas en la macabra danza de saqueo y corrupción… Un Presidente que se ahoga en una marea imparable pataleando agónico en el fango, incapaz de hacer pie ante cada nueva ola…al tiempo que ve como varios de sus ministros o altos cargos son reprobados por el Parlamento.
 Un Presidente que del brazo de su partido hizo lo  imposible para enconar el tema de Cataluña… Que fue escasamente leal en la lucha contra ETA…Que formó parte del gobierno  que quiso engañar al país el 11-M mintiendo con el mayor de los cinismos hasta quedar en evidencia… Un Presidente que Intenta exonerarse atribuyendo al Sr. Aznar la corrupción… Pero que bajo la presidencia del que él considera padre de todas las corrupciones, ejerció como  Vicepresidente del Gobierno, Ministro del Interior, Ministro de Cultura, de Administraciones, Portavoz del Gobierno, y coordinó campañas electores a nivel partidario del que era entonces vicesecretario general… Que fue nombrado a dedo por el  Sr. Aznar  como candidato. Si, el mismo Sr. Aznar, del “milagro económico” de la burbuja inmobiliaria y enajenamiento de gran parte del patrimonio púbico entre amiguetes… ese caballero que mintió con todo cinismo en el Parlamento sobre las armas de destrucción masiva y que presidió un gabinete en el que el Sr. Presidente M punto Rajoy  usted estuvo siempre, y del que 14 de sus ministros, doce tuvieron o tienen cuentas muy graves con la Justicia…
Es indispensable, por un mínimo de higiene cívica y salud pública, por decencia y por respeto a la ciudadanía arbitrar desde la Ley y la Constitución las medidas para que este  Presidente y el partido en que se aúpa, -un mecanismo declarado por la Audiencia Nacional  “que como persona jurídica, a título lucrativo ha sido beneficiario de un sistema de corrupción institucional”-,  ocupe un  día más el Palacio de La Moncloa.
En cuanto a las declaraciones de M punto Rajoy…y de su escudero Maillo tras conocer la censura registrada en el Parlamento…son casi tan patéticas, estrafalarias o irreales como la “Operación salvar al soldado Rajoy” por parte de los medios audiovisuales subordinados al gobierno popular.
El recorrido de la moción podrá ser incierto. Lo que ya no es incierto es que la decencia, el decoro, la honorabilidad y la dignidad han abandonado espantadas el Palacio de la Moncloa. 

 Antonio Campos Romay

jueves, 24 de mayo de 2018

La política para forrarse



Desempeñar cargos políticos para enriquecerse es algo que siempre ha existido y en no poca proporción. Desde la antigüedad, donde los cortesanos aspiraban a serlo para hacerse influyentes ante el rey y así cobrar sus favores, pasando por edades oscuras y brillantes, el Renacimiento y otras. Los Médici, en la Florencia de los siglos XV y XVI, propiciaron los amici di amici, y así podríamos seguir hasta la actualidad pasando por el régimen de la Restauración española, donde los Romanones, García Prieto, Montero Ríos, Cánovas, Dato y otros tenían a sus “amigos” en los pueblos que, en contacto con los gobernadores civiles (una suerte de sátrapas que se vendían al mejor postor) propiciaban influencias y enriquecimiento.

Ahora bien, a la altura del siglo XXI, las instituciones, la instrucción, el nivel de información que tienen los ciudadanos, podría haber impedido que los políticos (muchos o pocos) se enriquecieran por el hecho de serlo. Pues no. Y si no, es que algo falla: en primer lugar, la catadura moral de muchos de nuestros políticos, que roban en mayor o menor grado según se trate de concejales de pueblo o ministros. En segundo lugar los sistemas de control, que no son lo eficaces que debieran, por lo que aquí hay una falla institucional. En tercer lugar la lentitud de la justicia, que bastante hace no obstante gracias a la profesionalidad de la Guardia Civil y de la Policía Nacional en el caso de España.

Hoy mismo se ha conocido la sentencia judicial sobre el mayor caso de corrupción en España (Gürtel) que ha condenado al Partido Popular, el que gobierna, así como a un extenso racimo de sus miembros, incluidos exministros, por lucrarse ilícitamente, por delitos graves, pero sobre todo por enriquecerse a cuenta del poder político, es decir, mientras ocupaban cargos públicos o estar en los aledaños de los mismos.

Hay dos aspectos en el ordenamiento jurídico español (como en otros) que no comprendo –ni muchas otras personas- y que convendría revisar: uno es el de las prescripciones de ciertos delitos, porque de no ser así el Presidente Rajoy tendría que responder de haber cobrado dinero, en no poca cantidad, a cambio de que su partido, en el ejercicio de gobierno, hubiese concedido contratas a no pocas empresas. Ahí están también los casos de los exministros Arenas, Zaplana, Rato, Cañete, Castillo, Trillo (con decenas de muertes de por medio), Acebes, Matas (en este caso complicado con un cuñado del rey de España), Cascos y Montoro (este último con intereses en un despacho incompatible con sus funciones públicas). Agazapado se encuentra el señor Aznar, a quien probablemente nunca veremos ante un tribunal por crímenes de guerra (Irak).

Pero si nos vamos a Valencia nos encontramos con los Ruz, Castedo, Barberá, Camps, Costa, Fabra… y en Galicia Naseiro, Crespo, entroncados con lo más granado de la delincuencia gallega; en Canarias, Soria; senadores, alcaldes como Granados, (uno que lo fue de Granada), concejales que pueblan toda la geografía nacional.

Otro de los asuntos que convendría revisar es de la fianza para librarse de la prisión preventiva, porque solo la pueden pagar los ricos, es decir, los que por “as” o por “nefas” han robado. Tengo que confesar que soy uno de los que cree que toda riqueza ha sido obtenida a base trampas, ventajismo y otras fórmulas más o menos inmorales. Trabajando honradamente nadie se enriquece.

Yo creo que el Partido Popular, cuando se creó con el nombre de Alianza Popular, lo hizo para valerse del delito, o de las faltas administrativas, o de personajes sin escrúpulos, para medrar y hacerse con el poder: primero con el municipal en Galicia y Castilla y León, luego en otras partes. Hacerse con los despojos de la UCD fue esencial para el ahora PP, porque aquel partido (en realidad amalgama de franquistas que querían acomodarse al nuevo régimen democrático) se nutrió de alcaldes de la dictadura, de las Cámaras Agrarias que vivían a costa del trabajo ajeno, de las Diputaciones Provinciales, verdaderos emporios de irregularidad y miseria moral.

En términos teóricos, sin otros condicionantes, la situación que vive España es propicia para que una moción de censura de todos los partidos políticos que verdaderamente quieran regenerar el país, desalojasen al PP y a su jefe del Gobierno, corrompidos hasta la médula; pero digo en términos teóricos porque hay quienes están a otra cosa (independentistas catalanes), nacionalistas vascos (4.000 millones de euros en los presupuestos del Estado recientemente aprobados), disidentes del PP que mendigan un puesto en los próximos años donde poder seguir usufructuando algo, los señores Rivera y Turrión, que han perdido ya, junto con la Presidenta de Andalucía (por una ambición bien mezquina y personal) la posibilidad de dignificar la política española desde marzo de 2016…

L. de Guereñu Polán.

martes, 22 de mayo de 2018

Los republicanos y el rey


G. de Azcárate

En un libro de Javier Tusell que leí recientemente (“Alfonso XIII, el rey polémico”), se habla de las relaciones, deliberadas, del rey con personalidades republicanas del mundo de la cultura y de la ciencia en la segunda década del siglo XX. En todo el libro se nota la evolución del rey desde los primeros años del reinado hasta que se fue convirtiendo en el legitimador del golpe de Estado de Primo de Rivera.

El primer personaje que, habiendo sido republicano blasquista en su juventud, aceptó entrevistarse con el rey, es el pintor Sorolla, el cual incluso habría intercedido para que aquel propiciase cierto nombramiento eclesiástico. El rey trató a Sorolla con mucho tacto, sabiendo que ya había triunfado en Estados Unidos con su obra y se estaba construyendo un palacete (que hoy es la sede del Museo Sorolla) en Madrid.

En 1913 hacía poco que se había fundado el Partido Reformista de Melquíades Álvarez; en ese mismo año se fundó la Liga de Acción Política de Ortega y Gasset y Sorolla había sido nombrado vocal del patronato del Museo del Greco, cuyo creador había sido Benigno Varela, donando al Estado dicha institución en 1910 (no obstante, Varela era monárquico). Al mismo tiempo se había apartado al conservador Maura del poder tras los graves sucesos de la “semana trágica” de Barcelona en 1909. El Partido Socialista ya contaba con representación en el Congreso de los Diputados (un solo escaño) y, en general, se estaba produciendo la eclosión de lo que luego se ha llamado la “edad de plata” de la cultura española, con la generación de 1914.

Otras personalidades que tuvieron cierto acercamiento a la persona del rey (no a la monarquía) fueron Bartolomé Cossío y Giner de los Ríos, ambos de la Institución Libre de Enseñanza. Reconocimiento al rey también tuvo Melquíades Álvarez, que en un mitin en Murcia alabó la postura del monarca al haber apartado a Maura del poder.

En esta época Alfonso XIII recibió, a invitación suya, a Bartolomé Cossío, Director del Museo Pedagógico a la sazón, Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina y a Gumersindo de Azcárate, presidente del Instituto de Reformas Sociales. Todas las entrevistas fueron fructíferas para el rey, que se mostró receptivo a las diversas visiones liberales de estas personalidades, incluso republicanas en la mayor parte de los casos. Azcárate, quizá el más prudente de todos los citados, pidió que la visita que haría al monarca fuese conocida y refrendada por el Gobierno, presidido entonces por Romanones, lo que este hizo con mucho gusto.

En estas entrevistas se habló de la democratización del país, de la necesidad de contar con los partidos republicanos en caso de problemas graves, de educación popular y de otras cuestiones sociales. Las declaraciones que hicieron la mayoría de estas personalidades tras su entrevista con el rey fueron laudatorias y la prensa reaccionó de diversa manera ante el acercamiento de la monarquía al liberalismo cultural, científico y republicano. La conservadora criticó este “maridaje” o se mostró renuente a que se prolongasen los contactos. La liberal y republicana mostró su aprobación, pues permitía avistar una evolución de la monarquía hacia lo que ya se sabía de la británica y la italiana, verdaderas referencias para las izquierdas dinásticas.

La primera guerra mundial demostró que los sucesivos gobiernos (el primero el de Dato) no consiguieron aquella democratización que solo se esbozó en las entrevistas con el rey. La neutralidad española permitió negocios extraordinarios a banqueros, terratenientes e industriales, que se convirtieron en suministradores de productos y receptores de capitales foráneos sin que ello repercutiese en la gran masa de la población, y respuesta a ello fue la gran huelga general de 1917. Precisamente después de esto, y más aún a partir de Annual (1921) la deriva del rey hacia una “solución” militar acabó con toda esperanza por parte de demócratas y republicanos. Fue la tumba política del monarca (y de la monarquía por mucho tiempo).

Cuando algunos aprendices poco afanosos en formarse, ponen el grito en el cielo por la lealtad constitucional de la verdadera izquierda española actual con la institución monárquica (resultado del pacto constitucional) antes de lanzar sus soflamas debieran conocer los intentos de las personalidades citadas aquí, que no fueron las únicas, y distinguir entre los principios y el día a día de la política.

L. de Guereñu Polán.




lunes, 21 de mayo de 2018

El nacionalismo naranja



El nacionalismo del señor Rivera puede llegar a ser peligroso si, como está ocurriendo, se enfrenta a otros nacionalismos; el catalán por ejemplo. Es tan pernicioso uno como el otro. Es tan egoísta este o aquel. Por eso desde una perspectiva socialista el sustantivo que más conviene es el de internacionalismo. ¿He de estar yo más próximo a un asalariado chino que a un capitalista español o gallego? Creo que sí: la lucha más que centenaria de los que viven de su trabajo por repartir la riqueza de manera que exista verdadera democracia en el mundo no ha terminado, ni mucho menos. Incluso ahora se hace más necesaria que en otros momentos, porque el capitalismo ha generado nuevas formas de explotación verdaderamente lacerantes.  

El señor Rivera, al que no ha importado dar sus votos para investir Presidente a un socialista y, a las pocas semanas, dar sus votos para investir Presidente al actual en España, dice mucho de la total falta de coherencia de aquel político. Él nació para combatir al nacionalismo catalán, no para otra cosa. Como la política española estaba enfangada en casos de corrupción muy graves, al señor Rivera le sirvió de banderín de enganche la lucha contra ella, pero solo retóricamente, porque en la realidad permite que siga ocupando un escaño en el Senado una señora incursa en un caso de corrupción, permite que el máximo aplaudidor de doña Cifuentes sea Presidente de la Comunidad de Madrid y otro tanto parecido en Murcia… Podríamos seguir poniendo ejemplos.

El señor Rivera tiene dos patas sobre las que se sostiene su “ideología”: el nacionalismo español y el liberalismo económico manchesteriano, el más extremo, el que adelgaza más al Estado para dejar a los individuos al socaire de las fuerzas del mercado. Todo lo demás le importa un rábano al señor Ribera, que no tiene una política exterior, ni de defensa, ni de sanidad, ni de educación (como no sea para hacerla “nacional” en el peor sentido de la palabra), no tiene una política de migración y así sucesivamente.

Aunque el señor Rivera suele acusar al populismo él cae con frecuencia en dicho vicio, pues trata de responder con “soluciones” fáciles a problemas complejos; de ahí ese hablar suyo tan tajante y resuelto. No es un hombre formado en los grandes debates políticos que sí han tenido que ensayar otros. Por eso se le ocurre proponer para la alcaldía de Barcelona a un perdedor en Francia (después de haber sido primer ministro) y para no sé que cargo a un excelente escritor peruano que está más para filosofar que para otra cosa. Podría el señor Rivera leer más asiduamente al señor Vargas Llosa, que es un buen teórico del liberalismo, de la democracia y de los problemas que el populismo ha generado en América Latina.

El señor Rivera es uno de esos políticos surgidos espontáneamente aprovechando una coyuntura desfavorable para un país, en este caso España. Su discurso es vacío, no hay en él reflexión alguna que sugiera pensar, todo es llano y fácil. Propone antes de tiempo (antes había hecho lo contrario) la continuidad de la aplicación del artículo 155 para Cataluña pretendiendo ignorar que la decisión la ha de tomar el Senado cuando se den ciertas condiciones… Pero el señor Rivera tiene prisa en querer ser el primero en decir esto o aquello, y cuenta con el inestimable apoyo de un xenófobo y racista llamado Torra, que le pone las truchas en el anzuelo.

Torra y Rivera se complementan: el uno es más bruto, el otro más osado; el uno es un lacayo, el otro se cree elegido por los dioses. Liberémonos de políticos como el señor Rivera, porque lejos de renovar la derecha española la va a prolongar en aspectos muy negativos de su tradición, que defendieron con denuedo los Calvo Sotelo, los Gil Robles o los Antonio Goicoechea. Estos, como el señor Rivera, dijeron no ver clases sociales, no vieron, como el señor Rivera, más que españoles unidos en un afán común, los cuales necesitan un guía clarividente que reparta bendiciones a todos.

Lo malo es que sí hay clases sociales, hay miseria que sufren varios millones de españoles, hay lacras y vicios no desterrados en nuestra sociedad, hay riqueza acumulada espuriamente, hay todo un campo infecundo que cultivar, del que el señor Rivera no tiene ni idea, o no le interesa porque está a otra cosa. 

L. de Guereñu Polán.

viernes, 18 de mayo de 2018

LA ESPIRAL CATALANA.



  La relación entre Cataluña y España  es una historia compleja, marcada por los recelos de ambas partes. Es una relación en la que la comunicación ha sido de siempre más que deficiente, en una coexistencia salpicada  de severos desencuentros no ajenos a una visceralidad fuera de lugar. Y que hoy, apunta cada vez más hacia una polarización en  dos bloques impulsados por dos formas de populismo, ambos muy nocivos para la convivencia armónica.
España, esa España que se apropian los que la hacen minúscula de ideas y de visión raquítica tuvo de siempre  un gran problema para incorporar todas sus culturas e identidades. Su sustrato de nacionalismo español, tridentino en lo confesional, centralista en lo administrativo y receloso siempre ante la modernidad y el progreso, apenas en su miopía, mira más allá de su ombligo considerando lo demás, provinciano y pueblerino.
Cataluña, territorio en principio económicamente saneado, con un alto grado de desarrollo, capacidad e iniciativa, sumamente  celoso de su cultura y su identidad,  vivió una etapa en la que un catalanismo dialogante, entendía posible la convivencia en el solar hispano desde la conciliación de intereses comunes. Algo que en la última década eclosionará en un separatismo sin careta, acrecido por el dislate permanente de un Partido Popular, que confundió en todo momento unidad con uniformidad y patriotismo con finca para lucro de amiguetes y asociados.
El rosario de despropósitos de una de las orillas, eran perfectamente utilizados y magnificados desde la otra.  El episodio gris y sombrío que es la presidencia de Mariano punto Rajoy disparó el independentismo de forma espectacular, distinguiéndose por la nula capacidad de aplicar aunque fuese en mínimos, actitudes de empatía o capacidad de gestión de la crisis. Se fomentó una distancia y un desafecto,  que hoy desafía la aguja más experta para su cosido. En el medio quedan en tierra de nadie ciertos sectores de la sociedad catalana, que abrazando un catalanismo integrador fueron barridos por el vendaval separatista embravecido por fervores e ilusiones, y a lo que nos ajenas circunstancias sobrevenidas con la crisis económica, sembrando expectativas que hacen muy azarosa una posible una reconciliación. 
Los elementos puente que podrían propiciar el dialogo han quedado desplazados entre sentimientos y resentimientos, alcanzándose niveles que amenazan agrietar la sociedad en patriotas y antipatriotas, buenos y malos, lo que incluso llega a colarse, de forma muy nociva, en el discurso institucional.
Algo que compromete severamente al nuevo President de la Genaralitat, con una copiosa bibliografía, en la que encadena expresiones y calificativos impropios de alguien llamado a conciliar y gobernar para todos. Conceptos que requieren remontarse a los emitidos por Sabino Arana hace más de un siglo, y que no refieren a priori intenciones o capacidad de dialogo que desbroce la situación.
Dejando de lado el siglo XVII y el XVIII con la Guerra de Secesión, desde que en el siglo XIX el Sr. Roca i Farreras, desde el diario “La Renaixença” en 1886, lanza por primera vez la propuesta de una Cataluña con Estado propio en un artículo cuyo título es toda una declaración: “Ni espanyols ni francesos”, el tema nunca dejó de estar enraizado en amplios sectores de la sociedad catalana. Solo una supina ceguera puede ignorar que su crecimiento fue progresivo bajo diversos regímenes políticos, superviviendo con solvencia los años duros de la dictadura franquista.
El detonante definitivo es la sentencia en junio de 2010, tras la el recurso del Partido Popular y cuatro años de deliberaciones de un Tribunal Constitucional muy cuestionable por su situación interna,  que frustraba la esperanza del Estatuto de 2006, imponiendo la visión uniformadora de España del Partido Popular… Pírrica victoria del “nacionalismo” popular, -pagado con las treinta monedas de un puñado de votos-, que definitivamente abriría la Caja de Pandora.  Y con ello una espiral de incógnitas.
Si alguien en rigor puede precisar a un plazo de cinco o seis años cuál será el desenlace de la misma, algo que hoy semeja ser tela de Penélope,…francamente se haría merecedor de un escaño destacado en el Santuario de Delfos como Oráculo de Honor.     

Antonio Campos Romay ha sido Diputado en el Parlamento de Galicia