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miércoles, 14 de mayo de 2014

Cosas importantes que nos jugamos en las Elecciones Europeas.

El periodo electoral está pasando y la amenaza de una abstención masiva es cada vez más cierta. Quizá a algún grupo de presión le vaya bien. A los ciudadanos de a pié la abstención nos es nefasta y cara.

En artículos anteriores ya he contado que la UE es barata, 0,71 € al día, frente a los 10,25 € de la Xunta de Galicia, o, los 23 €/día de las decisiones del gobierno del Sr. Rajoy. También que el primer objetivo de la UE, antes CE, se ha venido cumpliendo durante los últimos 58 años: evitar los conflictos armados entre los que somos vecinos y socios. No es un tema menor, durante los 20 siglos anteriores la situación normal era la de guerra abierta.
Sin entrar en otros grandes e históricos argumentos, reflexionemos en el terreno de los intereses más comunes en que nos afectan las decisiones que se toman, en el ámbito para el que podemos y debemos, votar.

¿Tiene usted un automóvil? Pues bien, salvo el color, y poco más, que usted elija, en todo lo demás: condiciones de motor, tipo de asientos, cinturones, luces, neumáticos, accesorios, etc. quien decide es el Parlamento y la Comisión que se vota.
¿Un teléfono móvil? Sí, también en esto, quien pone algún límite a muchas de las tarifas de las que usted “disfruta”, son los mismos, la UE.

Puede ser que sea una persona que no quiere complicaciones tecnológicas y ni coche, ni móvil, pero usted se alimenta ¿verdad? Quien va decidir que se planta o cría, prioritariamente, con que se abona o alimenta, como se procesa y se envasa, incluso como deben de enseñársele componentes y precios, son las personas de quien algunos, en este momento mayoritariamente, quieren desentenderse.
Por si opta por la autosuficiencia o el suministro solo local, debe saber que eso de la Sanidad Pública: condiciones medioambientales, garantías del agua potable, tratamiento de residuos, procedimientos frente a epidemias, etc. es un tema con decisión básica en los órganos del la UE. Incluso los derechos mínimos como paciente, de cualquier sanidad, pública o privada, se aprueban en el Parlamento Europeo.

¿Paga recibos, necesita un crédito, tiene alguna tarjeta? Quien toma las decisiones sobre cuáles serán sus derechos como consumidor y establecerá algún limite al posible abuso de su banco serán esas instituciones a las que quizá usted no da la importancia que tienen.
Por no aburrir, ¿sabe que la composición de su ropa interior está reglada por normativa europea?, etc. etc.

Vargas Llosa dijo una vez: "Los pueblos a veces se equivocan, y a menudo la pagan caro”.
Conciudadano abstencionista, al margen de ideologías, ¿cree sensato dejar en manos ajenas lo que tanto afecta a su vida?, en especial si es de los que quieren que Europa cambie. Le va a resultar caro, sí o sí. Lo malo es que un posible elector no participe  le va a salir caro no solo a él, sino a todos nosotros.

Mayo de 2013
Isidoro Gracia

jueves, 6 de junio de 2013

EL PARLAMENTO DE GALICIA NO ES UNA CUESTIÓN DEL NÚMERO DE ESCAÑOS.


 Ningún sistema electoral es perfecto, para obtener resultados absolutamente ligados a la voluntad de todos los electores. El gallego,  que no ha sido modificado desde 1985, no es una excepción. Es más, dentro de los distintos sistemas utilizados en las Comunidades Autónomas, es el que más aleja los resultados finales de la voluntad del conjunto de los electores, por ello sería muy conveniente una reforma que acercara los resultados a unos parámetros más democráticos que los que hoy se dan.
Analicemos los aspectos más importantes. A) Igualdad del valor del voto de cada ciudadano: actualmente más de la mitad de los 75 escaños (40 de ellos) se reparten sin ningún tipo de referencia a los electores, por lo que el voto de un elector orensano o lucense pesa hasta el triple que el de un coruñés, lo que muy democrático no parece. B) Igualdad de oportunidades para las distintas fuerzas políticas: el listón para los partidos minoritarios está situado en el 5% de los votos válidos emitidos, lo que, con los datos hoy conocidos, puede dejar hasta el 15% de los electores ejercientes sin representación, lo que tampoco resulta muy democrático, en especial si se suma al casi endémico 40 % de abstención de las elecciones autonómicas, dejando fuera del Parlamento Gallego a la representación de más de la mitad del censo, lo que resulta muy poco deseable para la salud del sistema.

Hablemos también de otros temas, solo aparentemente menores. La duración de las campañas y el número de escaños. Cualquier ciudadano mínimamente observador, sin necesidad de ser un experto analista sociológico o politólogo, sabe que los miembros del gobierno de turno, y los portavoces del partido en el gobierno tienen una presencia pública mucho mayor que la oposición. Muchas veces con uso abusivo de la televisión dependiente del presupuesto general correspondiente. Respecto al trabajo estrictamente parlamentario, es evidente que los medios que disponen los que apoyan al gobierno, con tatos y argumentos aportados por los funcionarios y asesores de las consejerías, son infinitamente superiores a los que pueden tener los diputados de la oposición, que dependen de su propio trabajo y los escasas y voluntarias aportaciones de los pocos expertos de sus partidos. Acortar la duración de la campaña recorta posibilidades, de personas y partidos, que necesitan dar a conocer sus alternativas, menos conocidas que las del gobierno, y disminuir el número de diputados reduce las capacidades de control del poder legislativo sobre el ejecutivo.
La conclusión es clara, las propuestas conocidas hoy, hechas desde la Xunta, tienden a favorecer a la permanencia en ella del mismo partido que hoy la ostenta y ninguna favorece que los resultados respeten más la voluntad democrática de los ciudadanos.

Junio de 2013
Isidoro Gracia